Ahora resulta que tengo mucho tiempo para invertir. Para ser bien sincera, no siempre aprovecho los momentos libres en cosas productivas... bueno, yo creo que a todo el mundo le pasa. Buscando algo bueno que hacer, dí con el ciclo de documentales alemanes que se exhiben en en Centro Cultural Palacio de La Moneda (que nombre más largo, me dió hasta flojera escribirlo completo) y la verdad ha sido bien interesante.
En junio ví este documental que estoy relatando ahora, se llama Shangai Fiction y el asunto es que, a través de la vida de cuatro habitantes de Shanghai, nos muestra las controversias económicas, sociales y políticas del imponente dragón asiático: Johannes Dell planifica sobre el papel el desarrollo urbanístico chino; Yuan es jornalero de la construcción; Hebe, a pesar de que aún defiende los ideales maoístas, se dedica a rastrear las mejores oportunidades de negocio, y Liu, ex guardia roja durante la Revolución Cultural, hace tiempo que perdió la esperanza en aquel particular comunismo.
Ese breve fragmento explicativo lo extraje de una página española porque por más que me tiraba la lengua no me salían las palabras que yo quería.
La historia que más me conmovió fue la de Yuan, el joven que trabaja de jornalero en construcción. Es muy sobrecogedor ver en las condiciones donde se desempeña no tan sólo Yuan, sino muchos chicos que buscan un mejor pasar, y que a la vez son explotados sin miramientos por las grandes potencias que se enriquecen a costa de los más débiles.
¿Pero no es esa acaso, la historia de la vida? Me temo que sí. Ojalá algún día podamos optar por un mundo más ecuanime.
En fin, mientras yo me quejo de las desigualdades, usted puede ver este documental. Es largo, pero vale la pena.
No sea flojo y comente!
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